En los tiempos que corren hay que ser de una pasta especial para intentar vivir como profesional del boxeo en nuestra comunidad autónoma.
Por una parte, el deporte profesional de los guantes está marginado por culpa de la total ausencia de atención mediática, de la incomprensible falta de reconocimiento de instituciones políticas, de un acérrimo desprecio de administraciones locales y por la inexistencia de cualquier patrocinio público o privado.
De otro lado, aventurarse a la profesión ( ? ) de púgil, requiere compatibilizar jornadas laborales de 9 o 10 horas con sesiones de entrenamiento diario que rondan otras 3 o 4 horas. Además, intentar subsistir ( con bolsas que no pasan de ser dietas de viaje ) dentro de la escasez de competición que hay en el boxeo actual, significa estar presto y en aceptables condiciones físicas, para el momento en que surja la más mínima oportunidad de conseguir un combate con que engordar tu currículo pugilístico, ya que si te avisan un martes para combatir un viernes, y no estás preparado, supone un atraso en tu progresión deportiva, por cuanto habrás dejado pasar una valiosa oportunidad que seguramente tardará mucho en volver a llamar a las puertas de tu gimnasio; pero si te encuentras en condiciones de acudir, allá a donde te llamen, para perseverar en tu prestigio profesional, lo menos que te mereces es el respeto y reconocimiento de los que tengan que evaluar tu combate con toda la objetividad y justicia que todo boxeador se ha ganado desde el momento en que sube al cuadrilátero.
Valery Yanchy, a la izquierda, en el combate con Satchell en el que solo dos jueces vieron vencedor al británico.
Y lo del respeto y la evaluación objetiva hacia el boxeador, no es un contratiempo externo al boxeo; eso es un mal intestino muy arraigado dentro de las dieciséis cuerdas.
El que un buen profesional bien preparado, acuda a una llamada de emergencia de un organizador con problemas de última hora para confeccionar su combate estelar, no conlleva que haya que regalarle nada, para eso están las cuestiones contractuales y que cada parte negocie las condiciones que crea factibles. Pero lo que no se debe permitir es, por mucho que se quiera y desee promocionar al boxeador local dentro del legítimo derecho a intentar conseguir un campeón, que se consiga faltando al respeto del rival elegido privándole de una victoria en base a la connivencia de los jueces-árbitros con los intereses de la empresa organizadora, y se la concedan al púgil de casa, sin merecerla. Y no me estoy refiriendo a un combate igualado.
Cualquier buen aficionado que guste y disfrute del boxeo, y que esté atento al desarrollo de un combate, sabe perfectamente, al final del mismo, quien ha sido el boxeador merecedor del triunfo. Tiene, además, la gran ventaja añadida de poder opinar con la credibilidad y objetividad que le supone mirar con los cristales imparciales de sus gafas, los cuales no están tintados con el color de ningún club o gimnasio ( en esto pecan mucho los managers y entrenadores, conocen y saben de boxeo, pero ven solo sus colores. . . . sobre todo algunos ). Y, este buen aficionado, puede entender perfectamente, que en una lid muy abierta y disputada, la decisión ajustada se incline hacia un rincón u otro, en base a las interpretaciones reglamentarias de uno u otro juez-árbitro; a las características más afines dentro de la concepción boxística de quien puntúe en la cartulina; o incluso puede ir hacia el lado del factor ambiental. Pero en este ultimo caso y dentro del campo profesional ( no debe ocurrir lo mismo en la categoría amateur, en la cual y dentro de alguna territorial, y por ende los árbitros, siguen aplicando el apartado 8.7 del capitulo 1 de un reglamento obsoleto desde febrero de 2015 ) siempre queda la opción menos maligna, que no justa, de la decisión de combate nulo ( empate ).
La injusta decisión de combate nulo frustró la mejor oportunidad de Piña.
Y todo este comentario, sale a colación después de haber leído un trabajo sobre boxeo firmado por Armando Álvarez del Faro de Vigo ( me alegro y brindo con una cerveza cada vez que veo información sobre boxeo en medios de comunicación ) en el cual y mediante 4 columnas de texto impregnado de boxeo, nos expone el oprobio sufrido en el Polideportivo Arroyo I de Oyón ( Alava ) por el púgil vigues Avelino Váquez Martinez, abanderado de esa prolífica Academia de Boxeo que es el Polideportivo Saudade.
El púgil dirigido por Francismo Amoedo fue contratado para enfrentarse al ídolo local Jorge » Tiburón » Vallejo dentro de la categoría superwelter a un combate a 4 asaltos. La contienda se celebró dentro de una velada denominada Hambre de Gloria II celebrada el pasado viernes día 7 en Oyón. Fue el combate estelar de la misma. Y por la curiosidad suscitada por la lectura de la crónica del Faro de Vigo, le dediqué tres pases de visión al vídeo del combate entre el púgil de Oyón y el discípulo de Amoedo.
Según los jueces-árbitros, en decisión dividida, el vencedor fue el boxeador local. Para boxeodemedianoche la puntuación, después de los 3 visionados del combate fue de: 10 – 9 para Avelino Vázquez en el primer asalto; 10 – 9 para » El Guerrero « olívico en el segundo asalto, aun muchos más claro que el anterior; 10 – 8 para el pupilo de Amoedo, con caída y cuenta del » El Tiburón « vasco en el tercer round, y 9 – 10 para el púgil de Alava en el cuarto y último asalto; en total 39 – 36 a favor del gallego.
AVELINO » EL GUERRERO » VÁZQUEZ consiguió en Bouzaas su segunda victoria ante Jose Luis Franco.
