El Boxeo ha sido, y continúa siendo, fuente de inspiración para escritores y directores que han novelado y filmado historias pugilísticas dentro de distintos géneros. Grandes obras literarias como Un pedazo de Carne, Más dura será la caída, Marcado por el odio o Toro salvaje, han dado pie a inmortales títulos cinematográficos que, protagonizados por actores como Humphrey Bogart, Paul Newman o Robert de Niro, forman parte de la historia del boxeo mundial.
También hay grandes historias, en Galicia, que han dado pie a buenas crónicas periodísticas. Como la de un niño al que un accidente de tráfico condenó a años de inmovilidad y numerosas intervenciones quirúrgicas, pero que a base de tenacidad consiguió recuperarse y llegar a campeón de boxeo. Esta historia de fuerza de voluntad infantil, se ha convertido en recurrente periodístico para la cabecera hegemónica gallega La Voz de Galicia y para el decano de la prensa nacional El Faro de Vigo.
En un principio, fue La Voz de Galicia la que nos acercó, desde los recuerdos de Aarón González Diz, a la historia de un grave accidente de circulación que desembocó y dio paso, a través de una larga y forzada convalecencia, a una vida de superación y éxito mediante el boxeo. Aquel niño de Mogor ( Marín ) al que un vehículo fracturó sus energías infantiles castigándole a sufrir postrado en silla de ruedas infinidad de intervenciones quirúrgicas en sus extremidades, es hoy un ya centenario competidor de boxeo al que su fuerza de voluntad ha encumbrado hasta ser uno de los más laureados boxeadores gallegos.
La redactora María Hermida hacía hincapié en » El golpe que recibió fue de tal magnitud que le rompió las piernas y le ocasionó numerosas lesiones más. Tenía entonces diez años. Y sus piernas de deportista -jugaba al fútbol- quedaron confinadas a una silla de ruedas. Mientras comenzaba un largo periplo por los quirófanos -le operaron en treinta ocasiones-, Aarón, todavía un niño, descubrió las paradojas de eso que se llama humanidad «. Y continuaba comentando que la tenacidad del chaval marinense » puso a prueba la paciencia de sus padres y, en contra de lo que le recomendaban una y otra vez los médicos, montó un equipo de fútbol sala, el Laberinto. Como no podía jugar, empezó a entrenar a sus compañeros. Pero el cuerpo le pedía más. Y, poco a poco, fue empezando a jugar. Al principio, lo hizo incluso con muletas. Luego, logró caminar solo. Correr… Hacer deporte otra vez «.

El campeón nacional Aarón González Diz (rojo), icono de la tenacidad y perseverancia, ha sabido revertir un caminar convaleciente, en senda triunfal. Cedida