Con el Pabellón de Santa Isabel, en Santiago de Compostela, a rebosar de incondicionales, la noche del sábado vivió la apoteosis con el regreso del boxeo profesional a la ciudad del Apóstol. Más de un millar de enfervorizados seguidores silenciaron, con su atronadora ovación, la banda sonora que intentaba acompasar la llegada al cuadrilátero del debutante amiense Moncho Miras, para iniciar su victoriosa presentación en el boxeo de pago. Y ese millar y pico de voces auparon al ídolo local hacia una incontestable victoria ante el rumano Paun Cosmin. El mismo millar largo de aficionados que, en el combate anterior, vibraron y aplaudieron a rabiar la exhibición boxística de Alberto Piñeiro ante Sergio Mateo que encendió la mecha del delirio final que se vivió al término de la espectacular velada organizada deportivamente por Antelo Team/Manu Dieguez del CAMM compostelano.
El enfervorizado público impedía, con su clamor, escuchar la voz del speaker Tony Planas anunciando la subida al ring del campeón europeo Valery Yanchy para despojar de la camiseta a Mirás y darle la alternativa al profesionalismo. Y desde el primer segundo del primer round, el bravo púgil secundado por Diéguez y Antelo y espoleado por el incesante ánimo del público asistente, dejó bien sentado que los guantes de 8 onzas le quedaban perfectamente encajados en unos puños raudos y potentes buscando la anatomía del buen boxeador rumano que, con pundonorosa profesionalidad, intentaba oponer resistencia al vendaval de boxeo que se le venía encima.
Ya en el segundo asalto una izquierda de Moncho a la zona hepática de Cosmin anunciaba el principio de un final anticipado que el enfervorizado público, puesto en pie con el clamor en alto, intuía inmediato. Y la inmediatez, no se hizo esperar; La Amenaza siguió su imparable acoso a la verticalidad del rumano quien, tras dos genuflexiones más en la lona, perdía por ko técnico dando lugar a la apoteosis final en el pabellón compostelano.
Antes, en el semiestelar, la magia del Piña empezó a encandilar a un auditorio que se fue entregando, asalto tras asalto, a la exhibición de boxeo que su sorprendido rival no acertaba a contener. Las rápidas y precisas series de golpes, las entradas y salidas de la distancia con veloces desplazamientos de piernas y una amalgama de ganchos, crochets y directos de un Alberto Piñeiro que se gustaba y gustaba al público, subió la temperatura boxística del respetable hasta la explosión final de aplausos para el fenomenal pupilo de Miki Sánchez.

Los creadores de la apoteósica noche compostelana Antelo y Dieguez ( izquierda ), acompañados por los campeones Yanchy, Miras, Piña, Cachorro y el técnico Chano. Foto cedida por la organización