Dos actuaciones de distinto signo se constituyen en la cruz y la cara de la moneda con la que, la ciudad herculina, está pagando a la pandemia que no cesa. Por un lado está la cruz de la infame actuación del caso Fuenlabrada con la Federación, la Liga y el propio equipo sembrado pánico y alarma en el sector turístico coruñés; y por otra parte se halla la cara noble y de rápida reacción de la que hizo gala un encargado de puerta de la hostelería coruñesa que, el mismo día en que notó síntomas, puso en aviso a la sanidad local y a los responsables de la empresa en la que presta sus servicios, así como a los compañeros del gimnasio de Meicende donde realiza sus entrenamientos.

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